Alejandra Pizarnik
Los trabajos y las noches (1965)
I
Tú eliges el lugar de la
herida
en donde hablamos nuestro silencio.
Tú haces de mi vida
esta ceremonia demasiado pura.
una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío
Tú haces el silencio de las
lilas que aletean
en mi tragedia del viento en el
corazón.
Tú hiciste de mi vida un
cuento para niños
en donde naufragios y muertes
son pretextos de ceremonias adorables.
Emboscado en mi escritura
cantas en mi poema.
Rehén de tu dulce voz
petrificada en mi memoria.
Pájaro asido a tu fuga.
Aire tatuado por un ausente.
Reloj que late conmigo
para que nunca despierte.
Antes fue una luz
en mi lenguaje nacido
a pocos pasos del amor.
Noche abierta. Noche presencia.
Cuando sí venga mis ojos
brillarán
de la luz de quien yo lloro
mas ahora alienta un rumor de fuga
en el corazón de toda cosa.
No el poema de tu ausencia,
sólo un dibujo, una grieta
en un muro,
algo en el viento, un sabor amargo.
para reconocer en la sed mi emblema
para significar el único
sueño
para no sustentarme nunca de nuevo
en el amor
he sido toda ofrenda
un puro errar
de loba en el bosque
en la noche de los cuerpos
para decir la palabra inocente
Recibe este rostro mío, mudo, mendigo.
Recibe este amor que te pido.
Recibe lo que hay en mí que eres tú.
En la noche a tu lado
las palabras son claves, son llaves.
El deseo de morir es rey.
Que tu cuerpo sea siempre
un amado espacio de revelaciones.
en la otra orilla de la noche
el amor es posible
-llévame-
llévame entre las dulces sustancias
que mueren cada día en tu memoria
Cuando sí venga mis ojos brillarán
de la luz de quien yo lloro
mas ahora alienta un rumor de fuga
en el corazón de toda cosa.