Clarice Lispector
EL
CABALLO PELIGROSO
En el pueblecito del interior —que
se convertiría un día en una pequeña ciudad— todavía
reinaban los caballos como prominentes habitantes.
Bajo la necesidad cada vez más
urgente de transporte, levas de caballos habían invadido el lugar,
y en los niños todavía salvajes nacía el secreto
deseo de galopar. Un bayo joven
dio una coz mortal a un niño que iba a montarlo. Y el lugar donde
el niño audaz habla muerto era mirado por la
gente con una censura que en verdad
no se sabía a quién dirigir. Con las cestas de compras bajo
el brazo, las mujeres se paraban a mirar. Un
periódico se enteró
del caso y se leía con cierto orgullo un artículo con el
título de "El crimen del caballo". Era el crimen de uno de los hijos
de la pequeña ciudad. El lugar entonces ya mezclaba a su olor de
caballeriza la conciencia de la fuerza contenida en los caballos.
Traducción
de Cristina Peri Rossi para la Editorial Grijalbo Mondadori