Alejandra Pizarnik
He dado el salto de mí al alba.
He dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado la tristeza de lo que nace.
Éstas son las versiones que nos propone:
un agujero, una pared que tiembla...
sólo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra
Ahora bien:
Quién dejará de hundir su mano en busca
del
tributo para la pequeña olvidada. El frío
pagará.
Pagará el viento. La lluvia pagará. Pagará
el
trueno.
a Aurora y Julio Cortázar
por un minuto de vida breve
única de ojos abiertos
por un minuto de ver
en el cerebro flores pequeñas
danzando como palabras en la boca de un mudo
ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe
Salta con la camisa en llamas
de estrella a estrella,
de sombra en sombra.
Muere de muerte lejana
la que ama al viento.
Memoria iluminada, galería donde
vaga la sombra de lo que espero. No es
verdad que vendrá. No es verdad que
no vendrá.
Estos huesos brillando en la noche,
estas palabras como piedras preciosas
en la garganta viva de un pájaro petrificado,
este verde muy amado,
este lila caliente,
este corazón sólo misterioso.
un viento débil
lleno de rostros doblados
que recorto en forma de objetos que amar
ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada
no más las dulces metamorfosis de una niña
de seda
sonámbula ahora en la cornisa de niebla
su despertar de mano respirando
de flor que se abre al viento
explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome
El poema que no digo,
el que no merezco.
Miedo de ser dos
camino del espejo:
alguien en mí dormido
me come y me bebe.
Extraño desacostumbrarme
de la hora en que nací.
Extraño no ejercer más
oficio de recién llegada.
has construido tu casa
has emplumado tus pájaros
has golpeado al viento
con tus propios huesos
has terminado sola
lo que nadie comenzó
Días en que una palabra lejana se apodera de mí. Voy por esos días de sonámbula y transparente. La hermosa autómata se canta, se encanta, se cuenta casos y cosas: nido de hilos rígidos donde me danzo y me lloro en mis numerosos funerales. (Ella es su espejo incendiado, su espera en hogueras frías, su elemento místico, su fornicación de nombres creciendo solos en la noche pálida.
como un poema enterado
del silencio de las cosas
hablas para no verme
cuando vea los ojos
que tengo en los míos tatuados
dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe
a Laure Bataillon
he nacido tanto
y doblemente sufrido
en la memoria de aquí y de allá
en la noche
un espejo para la pequeña muerta
un espejo de cenizas
una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos
(un dibujo de Wols)
estos hilos aprisionan a las sombras
y las obligan a rendir cuentas del silencio
estos hilos unen la mirada al sollozo
(exposición Goya)
un agujero en la noche
súbitamente invadido por un ángel
(un dibujo de Klee)
cuando el palacio de la noche
encienda su hermosura
pulsaremos los espejos
hasta que nuestros rostros canten como ídolos
un golpe del alba en las flores
me abandona
ebria de nada y de luz lila
ebria de inmovilidad y de certeza
te alejas de los nombres
que hilan el silencio de las cosas
Aquí vivimos con una mano en la garganta.
Que nada es posible ya lo sabían los que
inventaban lluvias y tejían palabras con el
tormento de la ausencia. Por eso en sus plegarias
había un sonido de manos enamoradas de la
niebla.
a André Pieyre de Mandiargues
en el invierno fabuloso
la endecha de las alas en la lluvia
en la memoria del agua dedos de niebla
Es un cerrar los ojos y jurar no abrirlos. En
tanto afuera se alimenten de relojes y de flores
nacidas en la astucia. Pero con los ojos
cerrados y un sufrimiento en verdad demasiado
grande pulsamos los espejos hasta que
las palabras olvidadas suenan mágicamente.
Zona de plagas donde la dormida come lentamente
su corazón de medianoche.
alguna vez
alguna vez tal vez
me iré sin quedarme
me iré como quien se va
a Ester Singer
la pequeña viajera
moría explicando su muerte
sabios animales nostálgicos
visitaban su cuerpo caliente
Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler,
mi
vida, déjate enlazar de fuego, de silencio
ingenuo, de piedras verdes en la casa de la
noche, déjate caer y doler, mi vida.
en la jaula del tiempo
la dormida mira sus ojos solos
el viento le trae
la tenue respuesta de las hojas
a Alain Glass
más allá de cualquier zona prohibida
hay un espejo para nuestra triste transparencia
Este canto arrepentido, vigía detrás de
mis poemas:
este canto me desmiente, me amordaza.