Clarice Lispector
Silencio (Extracto)
Se puede pensar
rápidamente en el día que
pasó. O en los amigos que
pasaron y para siempre
se perdieron. pero es inútil
huir: el silencio está ahí.
Aún el sufrimiento peor, el
de la amistad perdida,
es sólo fuga.
Pues si al principio el
silencio parece
aguardar una respuesta -cómo ardemos por ser
llamados
a responder-, pronto se descubre que de ti nada
exige, quizás tan sólo tu silencio.
Cuántas horas
se pierden en la oscuridad suponiendo
que el silencio te juzga, como esperamos en vano ser juzgados por Dios.
Surgen las justificaciones, trágicas justificaciones forzadas,
humildes disculpas hasta la indignidad. Tan suave es
para el ser humano mostrar al fin su
indignidad
y ser perdonado con la justificación de
que
es un ser humano humillado de nacimiento.
Hasta que se descubre que él
ni siquiera quiere
su indignidad. Él es el silencio.