Este Cancionero, compilado por el círculo del Duque de Calabria,
editado en Venecia en 1556, es la selección 54 villancicos, 48 en
castellano, cuatro en catalán y dos en galaico-portugués.
42 de ellos
tratan temas amorosos y picarescos -eminentemente populares-,
y los 12 restantes son villancicos religiosos y navideños.
Aunque la mayoría de los villancicos a veces olvidan sus orígenes
modestos y se volvieron refinados, conservó sus viejos temas y muchas
veces, también maneras anteriores de ejecución. Se vuelve
a las formas
que se utilizaban en los orígenes
de las romerías populares medievales religiosas.
El tema principal de las canciones es el tema del amor. Amor visto desde
diferentes puntos de vista, asumido de diferentes formas, feliz o desdichado.
Una forma bastante común resulta al lamento por la falta del amor
que se ve como el remedio de los
males, obviamente la ausencia del ser amado (canciones I, VII). Así
mismo, el deseo mismo, la carencia misma
se propone, si bien no como remedio,
si como alivio. O bien, el único
remedio puede ser la extirpación
del amor como un tumor (solución
bastante improbable para un enfermo
grave ya invadido por el cáncer) (canción XI)
Uno de los tipos tradicionales de villancicos más conocidos y
utilizados, y de los cuales existen
varios ejemplos en el Cancionero de
Upsala (canciones II, XXX y XXXII)
es “la serranilla”, este tipo de
canción suele ser presentada
como un diálogo y «describe el encuentro
de la serrana, una zagala o una
vaquera, que guarda su ganado en los
remotos lugares de las sierras,
y el caballero o cazador que ha perdido
su camino al anochecer. La serrana
ofrece al caminante abrigo para
pasar la noche y la escena acaba
en episodio amoroso» .
La amada puede convertirse para el amante también en un ser
criminal, una ladrona una asesina,
en un ser visto como malvado por
cautivar al otro. (canción
III)
El amor, tiene el poder de dar la vida plenamente o de quitarla o ahogarla
sin remedio. El amante se convertirá entonces en un muerto
en vida (canciones IV, V, XXXIV).
Todo ello se logra por la mirada, por la observación de la belleza
que puede perder, enloquecer, pero
-aún contradictoriamente- darle un
sentido a la vida. El amante se
debate entonces entre el deseo incontenible
de mirar y la amenaza de perdición
que ésta puede acarrear. (canciones V,
VI, XIII, XXVIII) Los ojos y la
mirada parecen ser las principales armas
de conquista y los mayores impulsadores
del deseo (canciones XXI, XXV)
En ese debate, también está la alternancia entre la risa
y el llanto,
el dolor y el placer y la alegría
en el amor, que confunden, pierden,
recuperan, matan y reviven al enamorado.
(canción VI, LI, LIII)
El rechazo a la gloria del amor,
por el miedo o el lamento del caer.
(canción X)
Aunque el amante puede quedarse únicamente en el llanto, hasta ahogarse
o enceguecerse con sus propias lagrimas. (canción VIII) Está
también presente el tema del decaimiento del amor luego de la plenitud
de éste (canción
XII) La provocación y las propuestas son bastante
abiertas y atrevidas en estas canciones
(XXXI) Así, el tratamiento de
temas como el incesto o la violación
de los votos religiosos de castidad, parecen poder tratarse con absoluta
transparencia y tranquilidad
(canción XXXVI).
Es también frecuente la canción de la doncella enamorada,
que
puede ser el lamento por el amante
ausente (canción XIV) o infiel, o la expresión lírica
de la emoción amorosa (canción XXIX). También el de
la mujer casada a la fuerza -pues
el matrimonio puede constituir también
el mayor de los castigos (canción
XV)-, o internada en un convento.
Existen con las exclamaciones de
amor, las diatribas a veces bastante
burdas en contra del marido donde
se le exige que cumpla con los deberes
de satisfacción sexual a
su mujer, a cambio de los oficios de ésta en la
casa (canción XVIII).
La contemplación de la naturaleza resulta también importante.
(canciones XIX, XXVII).
Estos temas amorosos alternan también con los tradicionales
villancicos navideños (canciones
XXXVIII, XLII, XLIII) y las
alabanzas a la virgen María
y sus virtudes únicas y excepcionales
(canciones XXXVII, XXXIX, XL, XLI,
XLVII, XLVIII). También
existen metáforas religiosas
como la de la oveja, el cordero y el lobo
de la canción XLVI.